Cuentos cortos | El jaguar - Por: Juan Andrés Aguerre


El sol apenas sale y el canto de los pájaros ya es ensordecedor. Hacía tiempo ya que, huyendo de todo, me había venido a vivir a la selva. Ya tenía una rutina y para cuando el calor empezaba a notarse, ya había terminado mi café y prendido uno de los últimos de la cosecha de abril.

Salí rumbo a un arroyo cerca del campamento a ver si, en el aparejo que ahí tenía, había algún pez. Estaba recogiendo el sedal cuando me percaté del Jaguar que estaba a mi lado mirándome muy tranquilamente. Mi pánico (normal, para quien jamas había visto bestia semejante) fue rápidamente sustituido por la sorpresa cuando el jaguar habló. Preguntó de mala manera si podía darle lo que hubiese pescado a cambio de no devorarme. Me pareció bastante abusivo y, como si adivinara mis pensamientos, me prometió además protegerme de otras fieras.


Notó mi vacilación de incrédulo y empezó a enumerar las bondades de la amistad con un jaguar. Su ritmo de conversación, muy contrariamente al mío, era vertiginoso lo que sumado a su mala educación (normal en una bestia salvaje) harían muy difícil nuestras futuras conversiones. Intenté esbozar una sonrisa para mostrar mi conformidad con los términos, pero no pude; la sangre en mi garganta ya me dificultaba respirar. La sangre también brotaba de mis brazos, de mi cara y de mi pecho cuando la bestia comenzaba a arrastrarme hacia la selva.




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