El teatro como insumo para a la discusión política del Departamento - Giancarlo Trentini

Escenario del Pequeño Teatro de Durazno

Nota aclaratoria: el presente artículo está escrito usando el masculino como genérico para que no dificulte la lectura. Entiéndase esto sólo como una simplificación gráfica, ya que se promueve la igualdad de género en todas sus manifestaciones.

Hace días que tenía ganas de escribir este artículo que estoy escribiendo en este momento, horas mirando la pantalla y esperando una respuesta de ese “pensando Durazno”. Hace ya bastante rato que intento pensar en Durazno, aunque de hecho, lo pienso a diario. Es que se vuelve difícil pensar, o mejor dicho reflexionar (esa es la palabra), ante tanta incertidumbre, bombardeo mediático, fuego cruzado y facking news. La vida misma… 

Sigo observando la pantalla y la información de la página indica que “Pensando Durazno tiene como cometido central, contribuir a la discusión política en el departamento”.  Entonces, aparecen dudas, o más bien interrogantes, que me interpelan, desde mi rol de actor o hacedor de teatro: ¿de qué manera uno contribuye justamente a esto?

Curiosamente, en esto de disponer de tiempo libre, que pareciera estar tan de moda últimamente, me encuentro un artículo de La Izquierda Diario(i) sobre el teatro del oprimido donde citan una frase de Augusto Boal(ii) que dice algo así como que todo teatro es necesariamente político, porque políticas son todas las actividades del hombre, y el teatro es una de ellas. 

Claro, los hombres y mujeres de este planeta necesitamos vivir en sociedad para desarrollarnos como especie, y todas las acciones que llevamos adelante son necesariamente políticas, incluso esto. Hace poco escuchaba a un político en cadena nacional, diciendo, paradójicamente, que con sus declaraciones no estaba haciendo política, cuando en ese momento, y aunque lo negara rotundamente, lo hacía. Creo que lo que sucede a menudo es que se confunde el término política con política partidaria. Parecería que cuando se hace referencia a la política propiamente dicha, automáticamente van insertos en la definición los partidos. Como que nos resulta imposible desligar ambos conceptos, cuando en realidad estos últimos existen en función de la política y no viceversa.

Pero volviendo al teatro que es de lo que me interesa referir, lo entiendo como mi herramienta de militancia y de reivindicación de derechos principalmente. El teatro es mi lugar para poder expresar lo que siento y es desde ese lugar que pienso justamente en Durazno.

Históricamente ante situaciones de emergencia, en lo primero que se recorta de los presupuestos de un país es en cultura, sin embargo hoy ante esta situación de emergencia sanitaria, ¿acaso no nos estamos aferrando a las distintas expresiones artísticas como elementos de supervivencia? 

Cuando le preguntaron a Alfredo en la película Noviembre (2003) de Achero Mañas, por qué quería hacer teatro, el respondió que quería hacer teatro “porque quiero hacer algo por mí y por los demás. Quiero hacer teatro porque creo que sirve para comunicarse entre los seres humanos, porque creo que puede ser un camino hacia el entendimiento y hacia la comprensión. Por eso.”

Cuantas veces nos preguntamos realmente, por qué queremos hacer teatro o, para qué hacemos teatro. Hoy (mañana no lo sé), creo que el teatro y el arte en su conjunto, son el camino para cambiar el mundo, y desde mi humilde lugar intento contribuir con ese granito de arena todos los días. 

De todas maneras, resulta que en este momento no es posible hacer teatro de la forma en la que lo entendemos y venimos practicando desde años. Actualmente tenemos proyectos trancados, talleres que se suspendieron, incertidumbre y una sala a oscuras. 

A propósito, un artículo de Revista Anfibia titulada Re-inventar el teatro(iii), dice entre otras cosas, “el virus acaba de arrebatarle al Teatro su arma más fundamental, la única que ha recorrido todas las épocas y continentes, la única que lo vuelve absolutamente singular y lo diferencia de la experiencia cinematográfica y las plataformas virtuales: la presencia en vivo, sin mediación de pantalla, del cuerpo del emisor, junto con el cuerpo del receptor.”

Entonces, y en medio de esta pandemia, quizá convenga aprovechar estas instancias de penumbras, para repensarnos como hacedores de teatro y qué teatro es el que queremos. No cabe duda, de que después de esta emergencia sanitaria no va a ser lo mismo, no digo ni mejor ni peor, sino que va a ser distinto y claramente hoy, las formas de comunicar cambiaron de forma estrepitosa  y en algunos casos resultan hasta más cómodas si se quiere.

¿Pero qué pasa con el teatro como disciplina de contacto y de conexiones físicas y emocionales? Necesariamente va a mutar, eso es inevitable. El tema es cómo nos agarra a nosotros y vuelvo a la interrogante respecto a qué teatro queremos, y ahí entiendo necesario detenerme por un instante y pensar desde una perspectiva crítica, en lo que venimos haciendo y en lo que queremos hacer.

A veces, como espectador, por momentos percibo una forma de hacer teatro que se resiste a profundizar en lo que se está haciendo, incluso hasta en la elección del texto. Da la sensación de que todo quedara en el “hacer que” y se evitara “embarrarse” en lo que siente o vive ese personaje, escondiéndose muchas veces en la risa o en el humor. Como que por momentos existiera un enorme temor a salir de la comodidad, a evitar el riesgo y enfrentar totalmente desnudos al público. 

Creo es necesario un teatro que vaya más allá del mero de hecho de entretener. Un teatro capaz de transformar y generar algo en el espectador. Es muy triste ir a una función y entrar y salir de la misma manera, sin que pase nada. Ahí está el quid de la cuestión, es esa la esencia del teatro y lo que uno busca cuando trabaja en la realización de una obra.

Sin perjuicio de lo anterior, siempre valoro y agradezco la posibilidad de ir a ver una obra de teatro duraznense, porque además de mantener viva la antorcha, sé del trabajo, esfuerzo y sacrificio que realizan para llevar adelante una puesta, de la que en la mayoría de los casos, la recompensa es la satisfacción personal y el aplauso final.

Desde este lugar de hacedores, encuentro fundamental pensar al teatro como lo que Jorge Dubatti(iv) llama de acontecimiento convivial. Dubatti hace referencia al Convivio como base de toda teatralidad que implica la reunión de dos o más personas en determinado espacio y tiempo.

De todas maneras, es imposible pensar un acontecimiento convivial sin tener en cuenta al público. Al respecto, Peter Brook(v),  hace referencia que para que exista un hecho teatral, “es necesario una persona que realice una acción y otra que lo observe”.  

Lamentablemente la concurrencia de público a nuestros espectáculos, a veces es muy baja y ese es otro factor a tener en cuenta al momento de nuestro análisis. ¿Cuál es el motivo por el cual no convocamos?, ¿estamos realmente llegando a la gente? ¿Estamos utilizando adecuadamente los medios para comunicar? No tengo las respuestas y no se si las tendré, pero son interrogantes que invitan a continuar con la reflexión. Como actores y actrices nos debemos al público y antes que nada, es indispensable un trabajo de introspección que nos permita comprender lo que nos sucede alrededor. La cosa está en intentar hacer el ejercicio de comprender y así como sucede arriba del escenario, diseñar estrategias creativas para llegar y convocar. 

Pero insisto, el trabajo primero empieza por nosotros. El teatro es un acto de honestidad hermosísimo, pero necesita trabajo, entrenamiento constante. Ese es el primer paso para reconquistar al público y enamorarlo. Mostrarles nuestro cuerpo desnudo y vulnerable. Como dice Finzi Pasca(vi), danzar un cortejo frente a la humanidad, para seguir construyendo teatro. 

Hoy nos convoca actuar y entrenar desde otros lugares, con otras herramientas y adaptarnos día a día, pero no hay que dejar de pensar y sentir al teatro, porque cuando todo esto pase, nos vamos a encontrar sobre el escenario, nos vamos a abrazar fuerte y como escribió Antonio Araujo(vii), “el verbo se hará carne.”


Autor: Giancarlo "Lalo" Trentini Monza
Actor, Técnico en Comunicación Social y estudiante avanzado de la Lic. en Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la Republica. Actualmente se encuentra cursando el Posgrado en Docencia de Teatro y Expresión Corporal en la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático Margarita Xirgú de Montevideo.

Notas:

i. http://www.laizquierdadiario.com/Teatro-para-los-oprimidos
ii. Augusto Boal (Río de Janeiro, 16 de marzo de 1931 - 2 de mayo de 2009) fue un dramaturgo, escritor y director de teatro brasileño, conocido por el desarrollo del Teatro del Oprimido, método y formulación teórica de un teatro pedagógico que hace posible la transformación social.​ Fue nominado para el Premio Nobel de la Paz 2008.
iii.http://revistaanfibia.com/ensayo/reinventar-el-teatro/?fbclid=IwAR317IoDbsaT8p5Gzc1bBpm3QD_OKke6zPYgec_ZtLKz2328fNXg_GgllSo
iv. Jorge Dubatti (Buenos Aires, 20 de mayo de 1963), profesor universitario, crítico e historiador teatral argentino. Es Doctor (Área de Historia y Teoría del Arte) por la Universidad de Buenos Aires. Premio Academia Argentina de Letras 1989 al mejor egresado de la Universidad de Buenos Aires. Premio Konex 2007 y 2017. Ha publicado más de 200 libros sobre teatro argentino y universal.
v. Peter Stephen Paul Brook (Chiswick, Londres, 21 de marzo de 1925) es uno de los directores más influyentes del teatro contemporáneo.​ Sus puestas en escena han sido revolucionarias e innovadoras. Ha sido galardonado con múltiples premios, el Tony y Emmy Award, un Laurence Oliver Award, el Praemium Imperiale, el Prix Italia2​ y el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2019.
vi. Daniele Finzi Pasca (n. 1964, Lugano, Suiza) es un director, autor, coreógrafo y payaso que ha realizado y dirigido diversos espectáculos circenses y teatrales. En 2005 colaboró con el espectáculo Corteo de Cirque du Soleil y en 2016 con LUZIA.
vii. Director del Teatro del Vértigo de Brasil.


Biografía:

    • Dubatti, Jorge. Filosofía del Teatro I, convivio, experiencia, subjetividad. Atuel, Buenos Aire              (2007).
    • Brook, Peter. La puerta abierta, reflexiones sobre la interpretación y el teatro. Alba Editorial.
    • Publicación del Pequeño Teatro de Durazno por sus  40 años. Durazno  18 de junio de 2001.
    • Ostuni, Omar. Por los teatros del interior. A.T.I. (1993).
    • Finzi Pasca Daniele. Teatro de la Caricia. Ediciones CFP (2015).

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