Estamos aquí, en Febrero - Por: Rodrigo Castro

Extraído de: Taringa

Estamos aquí, en Durazno, en una época particular del año. Recién comenzó, algunos se han ido de vacaciones, otros retornan y otros no salieron (debido a todas las razones que se quieran pensar). Estamos por entrar a febrero, un mes bastante particular para nuestra ciudad dado que se avecina el tan aclamado Festival Nacional de Folklore.
Es aquí donde la población se centra casi como rutinariamente en observar la grilla de artistas, preguntando por las entradas (o por la no entrada, y algunos entenderán con claridad esta pretensión tan oscura) y, como resultado, se producen opiniones y se comunican o “viralizan” en este mundo tan hiper-globalizado. Los duraznenses poseen un medidor de folklorismo, innato, barrial o andá a saber de dónde lo tranzaron, en el cual se mide qué grupo, artista o actor de telenovelas participante en el festiva,l representa nuestro sentimiento de lo que es autóctono, de la patria y entre otros sentidos.
Sin embargo, va más allá de eso, también se evalúan los géneros cayendo en el error quizá popular de suponer que el folklore se toca con guitarra clásica y acordeón; el sentimiento de algún ciudadano que cree que alguien fuera de la patria (Uruguay, vale aclararlo para no confundir con patria grande) puede enchastrar nuestros grandes y preciados valores.  También está aquel americanista que cree en la unión lejos del Mercosur y flashea con el arte mundial, para terminar nunca militando en contra de la evangelización indígena, ni las ocupaciones de algunas tribus (pero bien igual), y le parece que está bueno traer artistas.

Lo cierto de estas discusiones es que ya no tienen clamor y actualmente caen en el desuso argumentativo. El festival está sometido en una actividad muy dinámica y en la realidad de elegir lo que se supone que las masas quieren. Las autoridades parecen tener un medidor de qué género quieren escuchar los jóvenes para obtener su atención. Además de que se pretende opacar malas gestiones con el viejo y conocido “pan y circo” evolucionado, distinto de las luchas del coliseo romano. Es tan especial este discurso, el cual llena de dudas al autor de este texto, debido a una razón quizá fundamental: el nacimiento de este festival. Según “San Google” y una página de la Intendencia Departamental de Durazno (IDD), el festival se creó a mediados de febrero del 73, un año espectacular para recordar cuán grandes eran los uruguayos en el mundo y, sobre todo, que estábamos obedeciendo a los que les gustaba la democracia y asimilando, quizás, procesos que llevaban maravillosos países como Chile (sobre todo en septiembre de ese año). Quizás ahí y sólo ahí sentíamos una patria fuerte, gloriosa, lejos de toda enfermedad social, sin patoteros, sin inseguridad (el autor no lo vivió pero siente muy fuerte ese sentimiento) que hoy en día se ha degradado, ha perdido sus valores, está lleno de gente con otras opciones sexuales (porque se pueden elegir, obvio), de presidentes que hablan con trabajadores y sindicatos y hasta los sacan a pasear con plata de Juan Pueblo (porque todo lo que sea del Estado está mal, porque no hay nada mejor que la economía del libre mercado). Quizá por eso algunos ciudadanos “de bien” aclaman esas épocas (con toda la razón del mundo) y algunos otros quieren que vuelva el Folklore de antes (esos zurditos que tocaban la guitarra, aprovechando su libertad, para molestar a los que trabajan). 

Por último, otros quieren que vuelva el Folklore de antes pero les molesta todo lo que sea zurdo (rarísimo, pero Messi juega bien a la pelota). Queda mucha tinta y bytes para escribir, pero ya vendrán, así que no queda nada más que decir: ¡QUE URUGUAY SEA GREAT AGAIN!

Por: Rodrigo Castro

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